se aparece una mujer con senos de magnolia
y los mitos en la piel saturada de sombras.
Es la maga que deshace augurios, la arpía
que desata la furia del averno; es bella como el árbol
del fruto prohibido.
Engendra la llovizna, corrompe la inocencia del rocío,
burla los fetiches y penetra el tapiz de la sangre.
El que la ve queda para siempre sujeto entre sus dedos.
Aquel ingenuo oyente de su canto, descubre
un frío mojado que se acerca, un aroma de mar, una ventisca ardiendo entre la noche.
Mujer que llora maleficios y reclama poder con malos modos.
El amante se pierde.
Amanece,
la luna vierte sus efluvios.
Canta la alondra.
La ceiba
estalla.
Ma. Ella Gómez Rivero
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