Son islas encantadas en las que sólo yo
puedo ser la hechicera
Olga Orozco
Amanece.
La luna vierte sus efluvios
canta la alondra.
La ceiba estalla.
María Ella Gómez
puedo ser la hechicera
Olga Orozco
Amanece.
La luna vierte sus efluvios
canta la alondra.
La ceiba estalla.
María Ella Gómez
Habito aquí, estatua de sal, telar de piedra
dando textura a conjuros y movimiento a mis pasos
desde las paredes que son frontera lejana de mi mundo
que se encogen o huyen a capricho.
Intento incendiar el breve espacio del oído
y cabalgo la piel hasta sangrarla.
Deslizo los dedos sobre los corazones abatidos
abro lentamente y hurgo el rojo espacio
tomando sus secretos para volverlos ventana de luz
a las miradas.
Ordeno las esencias en mundanas densidades
las guardo en el armario del capricho
señalo los días con aromas de heliotropo
y construyo vigilias bajo las sombras de los pinos.
Soy la relatora de los días no venidos
la que marca la ruta cuando el sol desciende
la que pinta de plúmbago la antesala nocturna
la que incrusta de estrellas la corteza del cielo
la que recoge liras de polvorientos llanos
y entre biselados prismas la muerte esconde.
María Eugenia Rodríguez Gaitán
Poema incluido en la antología Poesías de la Pluma, Vol. 4,
Ed. Chañaral Alto, México, 2007.
1 comentario:
Ma. Eugenia:
La magia rodea este texto, me gusta y te felicito.
Tu poesía regala al lector momentos muy gratificantes.
Publicar un comentario